Un viaje solidario puede marcar una gran diferencia, ya que permite entrar en contacto con la gente y la cultura local, conocer el país desde dentro, pero sobre todo porque ayuda a crecer interiormente a aquellos que eligen esta forma de turismo alternativo.
Hacer voluntariado para darle un nuevo sentido a los viajes
¿Es útil la ayuda temporal de un joven que ha decidido invertir sus vacaciones en un viaje solidario? La respuesta es, sin duda, SÍ.
Muchas asociaciones dedicadas a proyectos de voluntariado en África explican cuán importante es para ellas el turismo sostenible. Para los niños de un orfanato, por ejemplo, los voluntarios representan un estímulo valioso. Un nuevo idioma para aprender, un color de piel diferente y una nueva forma de relacionarse.
Significa compañía y aprendizaje.
Para el personal local, significa compartir la carga del trabajo y una ayuda tangible. En el caso de las mujeres maltratadas que participan en proyectos de ayuda mutua, los voluntarios son una oportunidad para compartir experiencias.
Las asociaciones encargadas del mantenimiento de infraestructuras locales, como escuelas, guarderías, pozos y casas, son un apoyo fundamental.
Los beneficios para las personas locales son innegables, pero también son importantes para aquellos que eligen la experiencia de voluntariado.
Después de un viaje solidario, uno regresa a casa con una nueva perspectiva sobre cómo vivir la vida diaria, abandonando prejuicios y concepciones preestablecidas, y redescubriendo la belleza de lo que se tiene.
Turismo responsable: las razones por las que también beneficia a quien lo practica
Hacer amigos de otras culturas, abandonar ideologías preconcebidas, reforzar el pensamiento crítico al liberarlo de los estereotipos y emprender un viaje interior que cuestiona mucho de lo que somos. Hacer voluntariado en África es una forma de mirar hacia dentro.
Se le da una nueva dimensión a la experiencia del viaje. Estas son las principales razones para hacerlo.
Interactuar con las personas locales
El mejor regalo que podemos recibir de nuestros semejantes es compartir tiempo. Especialmente si esa persona vive en una realidad completamente diferente a la nuestra, a kilómetros de distancia del lugar donde normalmente pasamos nuestro día a día.
Interactuar con un nativo significa salir de la rutina para acercarse a una perspectiva interna, la del país anfitrión.
El lenguaje utilizado, el trasfondo, el ambiente, el clima, los ritmos, la comida, las costumbres, las relaciones: todo es diferente para quien ha nacido en otro país.
Charlando con un local, por ejemplo, puedes descubrir mucho sobre su infancia y su trabajo, sobre su familia y sus pasiones, sobre sus ideas políticas y los valores que considera imprescindibles.
Y así, incluso de manera involuntaria, conoces el lugar desde una nueva perspectiva, la de alguien que ha vivido siempre en África.
Experimentar lugares más insólitos
Normalmente, antes de partir nos informamos sobre el destino a través de una guía turística. Una vez en el lugar buscamos información sobre los monumentos o exposiciones en museos.
Sin embargo, también se puede descubrir un nuevo país en la calle. Un pequeño pueblo perdido o un inmenso barrio de chabolas de una gran ciudad pueden revelar mucho más de lo que esperamos. Sobre todo desde el punto de vista emocional.
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¿Un ejemplo? Soweto, la ciudad más grande de Sudáfrica, es un amasijo de chabolas de chapa que se originó a finales del siglo XIX donde viven miles de personas. Probablemente es un lugar que nadie visitaría solo, y mucho menos con un tour organizado.
No es precisamente uno de los imprescindibles de Sudáfrica, como un safari, la famosa Ruta Jardín o la visita a Ciudad del Cabo. Pero es un lugar donde se puede experimentar de primera mano lo que ha sido (y sigue siendo) la historia del país.
En Soweto, la resonancia desencadenada por la masacre racial vibra en el memorial de Hector Pieterson, un adolescente convertido en símbolo de la lucha contra el apartheid, en las viviendas de Nelson Rolihlahla Mandela y de Desmond Tutu, arzobispo activista y premio Nobel de la Paz, pero sobre todo continúa viva en las conversaciones de la gente y en las calles del township.
Experimentar una nueva casa y una nueva familia
Olvida los hoteles de lujo y los elegantes resorts. A menudo, cuando se participa en un viaje solidario, te alojas en casas de voluntarios, dentro de un orfanato, un centro para jóvenes con discapacidades o refugiados de guerra.
Todo se comparte: la habitación, el baño y el comedor, además de las 24 horas que componen nuestro día. Se comparte espacio y tiempo.
Esto ocurre en condiciones siempre más sencillas que a las que estamos acostumbrados. La vida es comunitaria y la nueva familia que te adopta temporalmente es normalmente internacional.
Se hacen amistades rápidamente: es más fácil hacerlo en un entorno donde los estímulos externos son escasos, pero la vida cotidiana fluye sin la influencia de la tecnología occidental. A lo sumo, algún libro, por lo demás, la vida es tangible.
Entender que otra cotidianidad es posible
¿Cómo es el día a día de quien participa en un proyecto de voluntariado en África? Totalmente diferente al español. Olvidas tu rutina, un cambio que beneficia al espíritu porque también cuestiona las costumbres establecidas.
Por lo general, el despertador suena temprano. Alrededor de las seis, y después de un rápido desayuno, se llega al lugar del proyecto solidario, que absorbe tanta energía que te hace olvidar el mundo exterior.
Durante el poco tiempo libre, no hay casi nada especial. Se hace la compra, se juega a las cartas, se charla, se echa una siesta.
¿Cuál es entonces el valor de un viaje solidario en África? El equilibrio entre dar y recibir, entre los momentos vividos con quienes participan en el proyecto y aquellos a solas contigo mismo.
¿Cómo hacer voluntariado en África?
Hay muchas formas de realizar un viaje solidario a África. Puedes organizarlo por tu cuenta aprovechando la información y los contactos que encuentres en internet. Otra opción es confiar en las misiones religiosas, si te impulsa una fuerte motivación de fe.
También existen organizaciones laicas como Médicos o Arquitectos Sin Fronteras. En estas, sin embargo, necesitarás tener habilidades específicas o experiencias previas. En resumen, hay varias opciones a la hora de elegir en quién confiar.
Probablemente, apoyarte en una agencia que se ocupa de viajes solidarios sea la opción más segura. Los años de experiencia, las certificaciones de calidad, la reputación y la tasa de satisfacción de los ex participantes.
La asistencia garantizada por el personal que afronta diariamente los problemas comunes a este tipo de experiencias, además de la amplia gama de programas y la transparencia de costes, son garantías a considerar una vez que decidas invertir tu dinero y tu tiempo en un voluntariado en África.
De esta manera, puedes estar seguro de que vas a afrontar una de las experiencias más intensas que puedas imaginar con total tranquilidad. Una concentración de emociones y habilidades que te proporcionarán un nuevo impulso y herramientas útiles para enfrentarte a la complejidad de la vida.